Re-pensar el cuerpo
"He tenido ocasión de observar el escaso beneficio
que podía obtenerse en el arte de la medicina con una formación basada exclusivamente en textos médicos…."
Giorgio Baglivi (1700)
Cómo las técnicas corporales avanzadas están cambiando la concepción de la anatomía humana.

Lo que mejor recuerdo de mi primera experiencia en un quirófano es la inmensa diferencia entre el cuerpo humano tal como se estudia en los libros y en los atlas anatómicos y lo que se estaba operando en vivo. La parte principal del trabajo de cirugía consistía en realidad en abrir una vía entre las fascias conectivas y luego cerrarla, cosiendo una a una cada capa.

En la práctica, el cuerpo humano tal como lo vemos dibujado en las ilustraciones es pura abstracción porque en realidad nada de eso existe. De un modo parecido al abrir un cadáver- o simplemente una pata de pollo- uno percibe rápidamente cómo los finos músculos rojos separados unos de otros por tendones, cápsulas, ligamentos, huesos, dermis y demás, sencillamente no existen. En cambio, nos vemos confrontados a un intricado y complejo ‘continuo’ donde en realidad no hay interrupción entre un tejido y otro.

Desde el punto de vista de la cirugía o la anatomía clásica, este descubrimiento resultó en cierta forma desagradable porque el cuerpo humano aparecía claramente más complejo y más difícil de describir de lo que uno hubiera podido imaginar. En concreto, no existían “piezas” solas identificables, aisladas, separadas, como en los libros de colegio, sino más bien un indescriptible nudo. Y aunque estuvieran meticulosa y detalladamente representadas como las que aparecen en los atlas de cirugía, solo eran una descripción muy parcial.

En la práctica, el tejido conectivo tal como aparece en un cuerpo de verdad, ya sea anestesiado o sin vida, parecía solo una inevitable “molestia” que inútilmente complicaba la imagen idealizada, simplista, que se va forjando lentamente durante la formación médica.

En mi caso, en el año 82, el escenario dio un giro total durante un viaje de varios meses; me dediqué concretamente a la investigación y al estudio de los principios sobre los cuales se basaban las técnicas corporales más avanzadas. En realidad lo que gradualmente se hizo más evidente es que el elemento común a todas las técnicas, y a través del cual el trabajo adquiría forma y eficacia, era que el efecto de dichas técnicas se llevaba a cabo a través de la reorganización del tejido conectivo.

Lo que para la anatomía cognitiva parecía ser un tejido inútilmente complicado se convirtió en cambio y con diferencia, en la perspectiva de la anatomía experiencial, en el tejido más vivo, sensible e interesante, porque sus cualidades y su organización son las que determinaban especialmente las sensaciones que un cuerpo en nuestras manos transmitía, la forma de este cuerpo, las cualidades y planos del movimiento, y la vitalidad, funcionalidad e integración de un organismo.

Peor aún, para cualquier persona que como yo, estaba condicionado por un historial de psicoterapia y de estudios psicosomáticos, quedaba claro que efectivamente había que confrontar un tejido que resultaba también mucho más interesante desde el punto de vista psicológico y emocional.

En realidad, la específica organización del tejido conectivo es la que podría facilitar el movimiento en distintos planos, por tanto favoreciendo la expresión o la represión de esas cualidades psicológicas y de personalidad vinculadas a una mayor o menor activación de ciertas áreas del cuerpo.

En resumen, moviendo o cambiando la organización del tejido conectivo se cambia no solo la forma física, la calidad de la respiración, la calidad y la forma del movimiento, sino que además cambia el carácter, la forma de pensar y la identidad individual.

Más aún, el tejido conectivo no siempre ha sido el “medium” para otras medicinas – si pensamos por ejemplo en la medicina China o en algunos tipos de terapia como el shiatsu- aunque también lo ha sido para la medicina occidental, incluso antes de este último periodo.

Por ejemplo Giorgio Baglivi, a finales de 1600, aclara rápidamente en su libro De fibra motrice et morbosa que ‘cualquiera que examinase atentamente todas las túnicas membranosas del cuerpo, la estructura, el color, la continuación, su utilidad, al igual que el uso de las glándulas , los intestinos, los vasos “y cualquier parte que no sea roja o carne” tendría que confesar, incluso en contra de su voluntad, que todas estas partes no son más que la continuación de las meninges y las fibras medulares del cerebro’ (del texto Mirabilis Machina, por A. Toscano).

La integración del punto de vista médico clásico, basado en una anatomía más cognitiva, con la información procedente de técnicas corporales avanzadas, que en contraste desarrollan un conocimiento experiencial de la anatomía humana, está creando prácticamente una revolución en la forma de concebir el cuerpo y el ser humano. Con esta perspectiva, el tejido conectivo vuelve a asumir el rol de protagonista y a ser correctamente considerado como el elemento esencial que determina nuestra forma, nuestra función, nuestra salud y, mencionando una cita que se sigue utilizando pero que pronto sonará arcaica e ingenua, el lugar donde la mente se convierte en cuerpo y viceversa.

Más aún, hay que tener presente que el 85% de la masa corporal verdadera (y el 50% de la deshidratada) está constituida por tejido conectivo, utilizando ahora el término en el sentido más amplio, que, además de la fascia incluye también todos los tejidos de origen mesodérmico, como por ejemplo los vasos sanguíneos o la glía, que es el tejido sobre el cual reposa el sistema nervioso.

Bien es cierto que el cambio hacia una concepción más realista del cuerpo humano no se produce de golpe sino poco a poco, de forma que las simplificaciones sirven de muleta para facilitar la percepción y al mismo tiempo son un condicionamiento y un límite a ello – tal como ocurre cada vez que adoptamos un modelo.

No importa que se limite al desarrollo de determinados aspectos de la continuidad del tejido conectivo: el texto de Myer tiene el mérito sin lugar a dudas de describir con éxito en términos muy claros los primeros pasos en el proceso de recomponer la complejidad, y contribuye a dar un paso adelante en esta dirección.

No obstante, lo que verdaderamente importa no poder disponer ahora de modelos ‘definitivos’, sino ser capaces de seguir avanzando en esta dirección.

Dr. Jader Tolja
Introducción al libro "Meridiani miofasciali